LOS QUE NO SON ‘EVANGELIOS’ DE JUDAS
Quién no podía interesarse de aquellas noticias tan llamativas en un ambiente precisamente eclesial y religioso como la Semana Santa, al leer los artículos titulados como, “Revelan que Judas no fue traidor sino un discípulo privilegiado” (Los Tiempos.com, 7 de abril de 2006), “Judas no vendió a Jesús” (El Nuevo Diario, 6 de abril), o “el mito de la traición” (Proceso, 16 de abril), “El evangelio de Judas” (El País, 7 de abril) etc., mientras exactamente muchos cristianos en ese momento recordaban de nuevo aquella historia de la traición de Judas que se lee de generación en generación. A pesar de todo, hay que reconocer que el descubrimiento del texto conocido como “el evangelio de Judas” es un hallazgo muy importante para los estudios bíblicos cristianos, ya que éste ahora completará otros evangelios o libros apócrifos que ya se tiene y se está descubriendo en estos dos siglos. Los libros apócrifos, aunque no son considerados como Biblia en el mundo cristiano, son documentos valiosos para entender las dinámicas de vida cristiana temprana, las vivencias que tenían los cristianos con la figura de Jesús—un personaje que nunca ha dejado de ser hablado, contemplado, profundizado, discutido durante siglos hasta este momento. A parte, por supuesto, su valor literario en el campo de letras clásicas. Lástima, que detrás de todas esas notas científicas, ha habido ciertas intensiones que no fueron solamente para dar información científica a la gente, sino que también propiciaba el tratar de hacer un gran escándalo para sacar provecho de este acontecimiento espectacular. Pues, si somos honestos, en realidad es un negocio de mucho lucro.
¿El evangelio de Judas?
Para mí lo polémico no fue lo que se escribió o se comentó sobre aquél descubrimiento. Lo polémico más bien está en la palabra “evangelio”. El evangelio viene de una palabra griega “εύαγγελιον”, “euvangelion” que significa “buena noticia”, “mensaje feliz”. Una buena noticia para mí es la noticia que me hace feliz, me hace vivir, me hace libre, me anima a seguir adelante. Ahora, toda la información que leí de aquellos periódicos o revistas, la mayoría comenta y afirma que Judas Iscariote, el hombre reconocido por los cuatro evangelios como traidor de Jesús, el que vendió a Jesús por unas monedas, de repente lo bautizan como “un hombre bueno”, “un discípulo favorito de Jesús”, “una paradigma de lo que debe ser un discípulo”, “el único que interpreta correctamente las palabras de Jesús”, “el discípulo preeminente”.
Frente estas interpretaciones tan seguras, prefiero sentarme a pensar. Pues recibirlas de modo inmediato significa aceptar las siguientes consecuencias morales.
Primero, hay que reconocer que, de las fuentes bíblicas (viene de una palabra griega βίβλος, “libro”) tanto de los evangelios canónicos (que se considera entrar en la lista de los libros) como de los que son apócrifos (viene de άπό κρύπτω, “cosa escondida”, “oculta”), la mayoría afirman honestamente que el hombre que se llamaba Judas Iscariote, que era el discípulo de Jesús, entregó engañosamente a Jesús a las autoridades romanas por unas monedas o por su propia conveniencia. Los evangelistas, por su puesto cada quien con su peculiaridad, describen este acto de Judas: “Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes, y les dijo: ‘Qué quieren darme, y se lo entregaré’ Ellos le asignaron treinta monedas de plata” (Mateo 26,14-16); “Judas Iscariote, uno de los Doce, se fue a ver a los sumos sacerdotes para entregárselo. Al oírlo ellos, se alegraron y prometieron dar le dinero” (Marcos 14,10-11); “Satanás entró en Judas, llamado Iscariote…éste se fue a concertar con los sumos sacerdotes y los jefes de la guardia el modo de entregárselo. Ellos se alegraron y quedaron con él en darle dinero (Lucas 22,3-4); “Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos (la patrulla de los soldados y los guardias) (Juan 18, 5). En la misma línea algunos escritores apócrifos mencionan: “Fue detenido asimismo Jesús la tarde del día 4 antes de la Pascua….Y, llamando a Judas Iscariote, se pusieron al habla con él (anteriormente se habla de “un ladrón en el santuario”). Es de saber que éste era sobrino de Caifás. No era discípulo sincero de Jesús, sino que había sido dolosamente instigado por toda la turba de los judíos para que le siguiera; y esto, no con el fin de que se dejara convencer por los portentos que El obraba, ni para que le reconociese, sino para que se lo entregase, con la idea de cogerle alguna mentira. Y por esta gloriosa empresa le daban regalos y un didracma de oro cada día” (Declaración de José de Arimatea, Apócifro de la pasión y resurrección, en Otero, Aurelio de Santos, Los evangelios apócrifos, BAC, Madrid 2002, p.496-497); “De estas cosas da también testimonio por escrito Papías, hombre antiguo, discípulo de Juan y compañero de Policarpo, en el cuarto de entre sus libros;…Y añadió estas palabras:´Pero esto es digno de crédito únicamente para los creyentes. Y al no creer, dice, Judas el traidor y preguntar de qué manera realizaría el Señor tales proliferaciones”…(“Agrapha” citados por los Padres, Ibid., p.113); “Y este niño era Judas Iscariote, el que luego había entregarle a los judíos. Es de notar que el costado en que le lastimó Judas fue el mismo que traspasaron los judíos con una lanza” (Evangelio árabe de la infancia, Ibid., p.323). Y “el evangelio” de Judas mismo afirma: “Judas respondió como deseaban. Recibió un poco de dinero y se lo entregó” (“Judas answered them as they wished. And he received some money and handed him over to them”, en version original de National Geographic Society).
Matar a una persona para liberar su alma
Estos textos revelan que Judas Iscariote, con todos esos honorables títulos que le han puesto muchos periodistas en estas semanas, en realidad (considerada supuestamente con todos los textos bíblicos limitados que tenemos) era un hombre que de alguna manera permitió que los soldados mataran a Jesús. Ahora bien, las interpretaciones del “evangelio de Judas” subrayan una cierta justificación de Judas, afirmando que Judas hizo “lo que su líder le pide”, por eso “él es quien en verdad entiende el mensaje de Cristo”. Así “es un héroe” (National Geographic, mayo de 2006, p.11). En fin, la conclusión es: matar a una persona para liberar su alma de su cuerpo es correcto, más todavía cuando esto es pedido por su propia voluntad (¡!). La verdad, aquí entramos en cuestiones morales problemáticos no tan fácil de solucionar. Y aquí (todavía) no entramos en la cuestión de eutanasia. No pretendo discutir esto con teorías morales idealistas y utópicas que al final de cuentas están en las nubes y no alcanzan la vida en la tierra. Lo que quiero afirmar más bien es esto: la vida es un don gratuito que cada uno de nosotros recibe de parte de Dios o de un ser Supremo como dicen los que no creen en Dios, así el derecho natural de quitar esta vida primeramente está en Dios. El respeto a la vida, es uno de los principios más fundamentales y evidentes en todas las ideologías y culturas. Una sociedad tanto religiosa como secular, con cualquier ideología que tenga, que no respeta la vida está automáticamente en contra de su naturaleza, pues por nuestra inclinación natural cada uno de nosotros llevamos en sí una lucha por nuestra propia conservación de la vida y a defenderse de todo aquello que pueda destruirla. Así, hablando en el contexto de lo que presenta “el evangelio” de Judas, yo estoy en contra de esta traición. Pues, matar a una persona con cualquier motivo que sea, es inmoral y está en contra de la dignidad de la persona. Por eso, a pesar de si fue “justo” lo que hizo Judas a Jesús, estoy en contra de aquella matanza de jóvenes en el año 68, estoy harto con las matanzas insoportables de las mujeres en Ciudad Juárez, estoy enojado con estos homicidios sádicos diario en las noticias de la Ciudad de México, estoy triste por aquellos muertos innecesarios (perdón por esta palabra) de los mineros en Coahuila, estoy cansado de decir “ya basta” con aquella brutalidad policíaca que mató aquel joven de 14 años en Texcoco. En fin, tengo miedo que al decir “sí y está bien” por lo que hizo Judas a Jesús, nos atrevemos a decir “no hay problema” con todos estos muertos en nuestro alrededor.
Lo problemático del dualismo gnóstico
Segundo, hablamos ahora del motivo que tenía Judas por el cual ese “evangelio” y sus expertos interpretadores justifican la traición de Judas. Se dice que esta traición era necesaria porque ayuda a Jesús a obtener su “liberación espiritual”. Aquí no podemos sino meternos al pensamiento dualista del gnoticismo (de Гνωσις, “conocimiento”) que para mí también es muy problemático. Según este conjunto de corrientes sincréticas (filosófica-religiosas), materia y espíritu son cosas separables tajantemente. El mal y la perdición están ligados a la materia, mientras que lo divino y la salvación pertenecían a lo espiritual. Por esa razón no puede existir salvación alguna en la materia ni en el cuerpo. Así que para los gnósticos, el cuerpo es la ropa del espíritu que no tiene mucha importancia para la institución de una persona. Pero, me pregunto: ¿cómo puedo llamarle persona a un espíritu sin cuerpo? O al contrario, ¿cómo podemos decir persona a un cuerpo sin vida? Así pues, aceptar y justificar el motivo de la traición de Judas quiere decir aceptar todo lo que está en el fondo de estos pensamientos gnósticos. Esto para mí es grave. Pues, independientemente de que no sean razonables estas ideas de modo filosófico o teológico, pienso que actualmente necesitamos reafirmarnos más, que la unidad en lo que podemos decir persona sólo se constituye en cuerpo-alma o materia-espíritu en su conjunto inseparable. Por lo tanto, la idea de perfección o salvación que se alcanza a través de lo puramente espiritual, ideal, etc., en realidad es una mentira. Este tipo de salvación, desgraciadamente todavía se ha ofrecido y se ha manifestado regularmente en nuestra sociedad. Así, solemos experimentar que para muchos políticos, por ejemplo, lo ideal, lo espiritual, lo que nos anima, lo verbal, lo bonito…es lo más importante que lo realizado, lo vivido, lo trabajado. Es por eso que nos aburrimos de todas las campañas, de todas las publicidades de desarrollo, pues nos estamos dando cuenta cada vez más que en el fondo de todo lo bonito, lo grandioso está—muchas veces—lo feo, lo fracasado. Lo mismo puede pasar—de hecho ya ha pasado—en la institución eclesial; la Iglesia que reza o predica demasiado en el altar sin salir a realizar lo que ella reza o predica es una Iglesia sin sentido. Por eso la vivencia eclesial sería muy pobre si limitamos nuestros actos nada más a la oración o a lo sacramental, ya que como iglesia cada cristiano tiene otras tareas en la justicia social, en las soluciones de pobreza, en el reconocimiento del prójimo etc. En conclusión, la idea de separación entre materia y espíritu en el fondo del pensamiento gnóstico de Judas, para mí siempre conlleva una tendencia a caer en estas consecuencias mencionadas.
Así que, el “evangelio” de Judas contiene más bien muchas cosas que no son un evangelio, es decir buenas noticias para nuestra vida. La traición de Judas, para mí sigue siendo vigente como una traición a la vida misma.
¿Cómo podemos hablar del juicio de Judas?
Hace poco, al presentar la traducción de este “evangelio” National Geographic Chanel pasaron también un programa especial que explicaba este tema más detallado: de cómo fue descubierto, cómo el texto iba trasladado de una mano a otra, fue robado y vendido, hasta llegó a Estados Unidos y se convirtió una investigación no nada lo más importante en nuestra historia científica sino también un negocio millonario para el mercadotecnia.
En una parte de este programa se explicaba una cosa que me parece interesante de comentarla. Afirmando la historicidad de un texto, los expertos de este “evangelio” toman la conclusión suponiendo que este descubrimiento es la renovación del nombre de Judas que durante siglos ha sido condenado por la Iglesia. Hay que decir que la Iglesia nunca jamás y nunca pretenderá a dar juicio sobre la vida futura de Judas después de su traición. Lo que podemos hablar es solamente “nuestro juicio humano”, según nuestra conciencia moral que recibimos de nuestra formación humana y religiosa. Por lo tanto, al encontrar las interpretaciones sobre Judas tanto en los textos teológicos como en el arte, pinturas etc.—que la mayoría condena a judas hasta el infierno—, tenemos que considerar siempre esta conciencia. Nadie puede asegurar el destino de Judas después de su muerte. Es lo mismo cuando hablamos de Hítler, Pinochet, o cualquier persona que en la historia nos muestre su horrible comportamiento ante los demás. Lo que podemos decir es que estamos y seguiremos condenando este tipo de comportamiento, pero no a su persona. Y después de todo, tenemos que reconocer que el destino de cada persona después de su muerte es exclusivamente reservado por Dios. Pero como cristianos, por un lado podemos asegurar que Dios, el que se nos ha revelado en nuestro evangelio, es un Dios misericordioso, es amor y solamente quiere que todos seamos salvados. La libertad humana, por otro lado es muy real, el ser humano es capaz de obrar mortalmente, causándose la muerte. ***
Heronimus Maryono
Quién no podía interesarse de aquellas noticias tan llamativas en un ambiente precisamente eclesial y religioso como la Semana Santa, al leer los artículos titulados como, “Revelan que Judas no fue traidor sino un discípulo privilegiado” (Los Tiempos.com, 7 de abril de 2006), “Judas no vendió a Jesús” (El Nuevo Diario, 6 de abril), o “el mito de la traición” (Proceso, 16 de abril), “El evangelio de Judas” (El País, 7 de abril) etc., mientras exactamente muchos cristianos en ese momento recordaban de nuevo aquella historia de la traición de Judas que se lee de generación en generación. A pesar de todo, hay que reconocer que el descubrimiento del texto conocido como “el evangelio de Judas” es un hallazgo muy importante para los estudios bíblicos cristianos, ya que éste ahora completará otros evangelios o libros apócrifos que ya se tiene y se está descubriendo en estos dos siglos. Los libros apócrifos, aunque no son considerados como Biblia en el mundo cristiano, son documentos valiosos para entender las dinámicas de vida cristiana temprana, las vivencias que tenían los cristianos con la figura de Jesús—un personaje que nunca ha dejado de ser hablado, contemplado, profundizado, discutido durante siglos hasta este momento. A parte, por supuesto, su valor literario en el campo de letras clásicas. Lástima, que detrás de todas esas notas científicas, ha habido ciertas intensiones que no fueron solamente para dar información científica a la gente, sino que también propiciaba el tratar de hacer un gran escándalo para sacar provecho de este acontecimiento espectacular. Pues, si somos honestos, en realidad es un negocio de mucho lucro.
¿El evangelio de Judas?
Para mí lo polémico no fue lo que se escribió o se comentó sobre aquél descubrimiento. Lo polémico más bien está en la palabra “evangelio”. El evangelio viene de una palabra griega “εύαγγελιον”, “euvangelion” que significa “buena noticia”, “mensaje feliz”. Una buena noticia para mí es la noticia que me hace feliz, me hace vivir, me hace libre, me anima a seguir adelante. Ahora, toda la información que leí de aquellos periódicos o revistas, la mayoría comenta y afirma que Judas Iscariote, el hombre reconocido por los cuatro evangelios como traidor de Jesús, el que vendió a Jesús por unas monedas, de repente lo bautizan como “un hombre bueno”, “un discípulo favorito de Jesús”, “una paradigma de lo que debe ser un discípulo”, “el único que interpreta correctamente las palabras de Jesús”, “el discípulo preeminente”.
Frente estas interpretaciones tan seguras, prefiero sentarme a pensar. Pues recibirlas de modo inmediato significa aceptar las siguientes consecuencias morales.
Primero, hay que reconocer que, de las fuentes bíblicas (viene de una palabra griega βίβλος, “libro”) tanto de los evangelios canónicos (que se considera entrar en la lista de los libros) como de los que son apócrifos (viene de άπό κρύπτω, “cosa escondida”, “oculta”), la mayoría afirman honestamente que el hombre que se llamaba Judas Iscariote, que era el discípulo de Jesús, entregó engañosamente a Jesús a las autoridades romanas por unas monedas o por su propia conveniencia. Los evangelistas, por su puesto cada quien con su peculiaridad, describen este acto de Judas: “Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes, y les dijo: ‘Qué quieren darme, y se lo entregaré’ Ellos le asignaron treinta monedas de plata” (Mateo 26,14-16); “Judas Iscariote, uno de los Doce, se fue a ver a los sumos sacerdotes para entregárselo. Al oírlo ellos, se alegraron y prometieron dar le dinero” (Marcos 14,10-11); “Satanás entró en Judas, llamado Iscariote…éste se fue a concertar con los sumos sacerdotes y los jefes de la guardia el modo de entregárselo. Ellos se alegraron y quedaron con él en darle dinero (Lucas 22,3-4); “Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos (la patrulla de los soldados y los guardias) (Juan 18, 5). En la misma línea algunos escritores apócrifos mencionan: “Fue detenido asimismo Jesús la tarde del día 4 antes de la Pascua….Y, llamando a Judas Iscariote, se pusieron al habla con él (anteriormente se habla de “un ladrón en el santuario”). Es de saber que éste era sobrino de Caifás. No era discípulo sincero de Jesús, sino que había sido dolosamente instigado por toda la turba de los judíos para que le siguiera; y esto, no con el fin de que se dejara convencer por los portentos que El obraba, ni para que le reconociese, sino para que se lo entregase, con la idea de cogerle alguna mentira. Y por esta gloriosa empresa le daban regalos y un didracma de oro cada día” (Declaración de José de Arimatea, Apócifro de la pasión y resurrección, en Otero, Aurelio de Santos, Los evangelios apócrifos, BAC, Madrid 2002, p.496-497); “De estas cosas da también testimonio por escrito Papías, hombre antiguo, discípulo de Juan y compañero de Policarpo, en el cuarto de entre sus libros;…Y añadió estas palabras:´Pero esto es digno de crédito únicamente para los creyentes. Y al no creer, dice, Judas el traidor y preguntar de qué manera realizaría el Señor tales proliferaciones”…(“Agrapha” citados por los Padres, Ibid., p.113); “Y este niño era Judas Iscariote, el que luego había entregarle a los judíos. Es de notar que el costado en que le lastimó Judas fue el mismo que traspasaron los judíos con una lanza” (Evangelio árabe de la infancia, Ibid., p.323). Y “el evangelio” de Judas mismo afirma: “Judas respondió como deseaban. Recibió un poco de dinero y se lo entregó” (“Judas answered them as they wished. And he received some money and handed him over to them”, en version original de National Geographic Society).
Matar a una persona para liberar su alma
Estos textos revelan que Judas Iscariote, con todos esos honorables títulos que le han puesto muchos periodistas en estas semanas, en realidad (considerada supuestamente con todos los textos bíblicos limitados que tenemos) era un hombre que de alguna manera permitió que los soldados mataran a Jesús. Ahora bien, las interpretaciones del “evangelio de Judas” subrayan una cierta justificación de Judas, afirmando que Judas hizo “lo que su líder le pide”, por eso “él es quien en verdad entiende el mensaje de Cristo”. Así “es un héroe” (National Geographic, mayo de 2006, p.11). En fin, la conclusión es: matar a una persona para liberar su alma de su cuerpo es correcto, más todavía cuando esto es pedido por su propia voluntad (¡!). La verdad, aquí entramos en cuestiones morales problemáticos no tan fácil de solucionar. Y aquí (todavía) no entramos en la cuestión de eutanasia. No pretendo discutir esto con teorías morales idealistas y utópicas que al final de cuentas están en las nubes y no alcanzan la vida en la tierra. Lo que quiero afirmar más bien es esto: la vida es un don gratuito que cada uno de nosotros recibe de parte de Dios o de un ser Supremo como dicen los que no creen en Dios, así el derecho natural de quitar esta vida primeramente está en Dios. El respeto a la vida, es uno de los principios más fundamentales y evidentes en todas las ideologías y culturas. Una sociedad tanto religiosa como secular, con cualquier ideología que tenga, que no respeta la vida está automáticamente en contra de su naturaleza, pues por nuestra inclinación natural cada uno de nosotros llevamos en sí una lucha por nuestra propia conservación de la vida y a defenderse de todo aquello que pueda destruirla. Así, hablando en el contexto de lo que presenta “el evangelio” de Judas, yo estoy en contra de esta traición. Pues, matar a una persona con cualquier motivo que sea, es inmoral y está en contra de la dignidad de la persona. Por eso, a pesar de si fue “justo” lo que hizo Judas a Jesús, estoy en contra de aquella matanza de jóvenes en el año 68, estoy harto con las matanzas insoportables de las mujeres en Ciudad Juárez, estoy enojado con estos homicidios sádicos diario en las noticias de la Ciudad de México, estoy triste por aquellos muertos innecesarios (perdón por esta palabra) de los mineros en Coahuila, estoy cansado de decir “ya basta” con aquella brutalidad policíaca que mató aquel joven de 14 años en Texcoco. En fin, tengo miedo que al decir “sí y está bien” por lo que hizo Judas a Jesús, nos atrevemos a decir “no hay problema” con todos estos muertos en nuestro alrededor.
Lo problemático del dualismo gnóstico
Segundo, hablamos ahora del motivo que tenía Judas por el cual ese “evangelio” y sus expertos interpretadores justifican la traición de Judas. Se dice que esta traición era necesaria porque ayuda a Jesús a obtener su “liberación espiritual”. Aquí no podemos sino meternos al pensamiento dualista del gnoticismo (de Гνωσις, “conocimiento”) que para mí también es muy problemático. Según este conjunto de corrientes sincréticas (filosófica-religiosas), materia y espíritu son cosas separables tajantemente. El mal y la perdición están ligados a la materia, mientras que lo divino y la salvación pertenecían a lo espiritual. Por esa razón no puede existir salvación alguna en la materia ni en el cuerpo. Así que para los gnósticos, el cuerpo es la ropa del espíritu que no tiene mucha importancia para la institución de una persona. Pero, me pregunto: ¿cómo puedo llamarle persona a un espíritu sin cuerpo? O al contrario, ¿cómo podemos decir persona a un cuerpo sin vida? Así pues, aceptar y justificar el motivo de la traición de Judas quiere decir aceptar todo lo que está en el fondo de estos pensamientos gnósticos. Esto para mí es grave. Pues, independientemente de que no sean razonables estas ideas de modo filosófico o teológico, pienso que actualmente necesitamos reafirmarnos más, que la unidad en lo que podemos decir persona sólo se constituye en cuerpo-alma o materia-espíritu en su conjunto inseparable. Por lo tanto, la idea de perfección o salvación que se alcanza a través de lo puramente espiritual, ideal, etc., en realidad es una mentira. Este tipo de salvación, desgraciadamente todavía se ha ofrecido y se ha manifestado regularmente en nuestra sociedad. Así, solemos experimentar que para muchos políticos, por ejemplo, lo ideal, lo espiritual, lo que nos anima, lo verbal, lo bonito…es lo más importante que lo realizado, lo vivido, lo trabajado. Es por eso que nos aburrimos de todas las campañas, de todas las publicidades de desarrollo, pues nos estamos dando cuenta cada vez más que en el fondo de todo lo bonito, lo grandioso está—muchas veces—lo feo, lo fracasado. Lo mismo puede pasar—de hecho ya ha pasado—en la institución eclesial; la Iglesia que reza o predica demasiado en el altar sin salir a realizar lo que ella reza o predica es una Iglesia sin sentido. Por eso la vivencia eclesial sería muy pobre si limitamos nuestros actos nada más a la oración o a lo sacramental, ya que como iglesia cada cristiano tiene otras tareas en la justicia social, en las soluciones de pobreza, en el reconocimiento del prójimo etc. En conclusión, la idea de separación entre materia y espíritu en el fondo del pensamiento gnóstico de Judas, para mí siempre conlleva una tendencia a caer en estas consecuencias mencionadas.
Así que, el “evangelio” de Judas contiene más bien muchas cosas que no son un evangelio, es decir buenas noticias para nuestra vida. La traición de Judas, para mí sigue siendo vigente como una traición a la vida misma.
¿Cómo podemos hablar del juicio de Judas?
Hace poco, al presentar la traducción de este “evangelio” National Geographic Chanel pasaron también un programa especial que explicaba este tema más detallado: de cómo fue descubierto, cómo el texto iba trasladado de una mano a otra, fue robado y vendido, hasta llegó a Estados Unidos y se convirtió una investigación no nada lo más importante en nuestra historia científica sino también un negocio millonario para el mercadotecnia.
En una parte de este programa se explicaba una cosa que me parece interesante de comentarla. Afirmando la historicidad de un texto, los expertos de este “evangelio” toman la conclusión suponiendo que este descubrimiento es la renovación del nombre de Judas que durante siglos ha sido condenado por la Iglesia. Hay que decir que la Iglesia nunca jamás y nunca pretenderá a dar juicio sobre la vida futura de Judas después de su traición. Lo que podemos hablar es solamente “nuestro juicio humano”, según nuestra conciencia moral que recibimos de nuestra formación humana y religiosa. Por lo tanto, al encontrar las interpretaciones sobre Judas tanto en los textos teológicos como en el arte, pinturas etc.—que la mayoría condena a judas hasta el infierno—, tenemos que considerar siempre esta conciencia. Nadie puede asegurar el destino de Judas después de su muerte. Es lo mismo cuando hablamos de Hítler, Pinochet, o cualquier persona que en la historia nos muestre su horrible comportamiento ante los demás. Lo que podemos decir es que estamos y seguiremos condenando este tipo de comportamiento, pero no a su persona. Y después de todo, tenemos que reconocer que el destino de cada persona después de su muerte es exclusivamente reservado por Dios. Pero como cristianos, por un lado podemos asegurar que Dios, el que se nos ha revelado en nuestro evangelio, es un Dios misericordioso, es amor y solamente quiere que todos seamos salvados. La libertad humana, por otro lado es muy real, el ser humano es capaz de obrar mortalmente, causándose la muerte. ***
Heronimus Maryono
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